Hay hombres que hacen propios el dolor ajeno, la ajena desesperación; hombres, con el oído atento al clamor de su prójimo, a su silencio; hombres, a quienes no les tiembla la voz en el momento de expresar su cólera.
Your email address will not be published. Required fields are marked *
Comment
Name *
Email *
Website